Alta cocina vegetariana en Yerbabuena

Por fin llegó el día en el que Ester y yo pudimos ir a Yerbabuena. Nos lo recomendaron nuestros amigos de Masticando Madrid, que ya hicieron una entrada sobre el sitio y no hemos podido resistirnos (aunque tampoco lo hemos intentado). Bueno, Ester fue antes de abrir este blog, pero yo todavía no. Y debo decir que fue la mejor idea de todo el día. Reservamos al medio día por si las moscas, os lo recomiendo porque estaba hasta arriba.

Las paredes están pintadas de un verde un poco estridente, es pequeño, y con el encanto característico de los restaurantes vegetarianos y veganos. Los dueños, Graciela y Bienvenido, querían acercar a la gente a su estilo de vida, que es saludable y nada perjudicial para el medio ambiente. Porque sí, también se puede disfrutar de la vida y ser sostenible al mismo tiempo.

Nos quitamos nuestros abrigos agradecidas de que nos hubiesen dejado sentarnos aun habiendo llegado media hora antes de la reserva. En seguida nos sirvieron un aperitivo, simplemente por nuestra cara bonita. Era como una ensalada de patata con tomates cherry y aceitunas, nachos y estaba acompañados de lo que parecía un zumo de fruta (no sé qué fruta...). La carta está repleta de platos que suenan demasiado bien para ser ciertos. Tenemos que decir que prácticamente todos los platos tienen opción a hacerse veganos o sin gluten si no lo son ya (BONUS POINTS!).

Tienen un menú por 20€ que incluye entrante, principal, postre, pan, bebida y una infusión digestiva. Nosotras optamos por pedir de carta directamente porque no queríamos comer tanto, que era la hora de la cena (y porque el menú nocturno es de lunes a jueves y fuimos un viernes). De entrante quisimos pedir unos rollitos mexicanos pero les faltaba la harina que usan en la opción sin gluten, así que decidimos probar las berenjenas en tempura con miel de caña. Bueno, lo primero es decir que alucinamos con el tamaño y la cantidad. Normalmente un entrante suele tener menos comida, te abre el apetito para el principal... pues no, aquí los entrantes son enormes incluso si compartes. Apenas podíamos vernos por la montaña de berenjenas que teníamos en medio. Claro que ¿a quién no le gustan las berenjenas?